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Recordando a Zaha Hadid – la Reina de las Curvas

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“No diseño edificios bonitos”, Zaha Hadid dijo una vez. “No me gustan”.

El mundo de la arquitectura está consternado por la inoportuna y repentina pérdida de su inconformista más elegante y resuelta.

Zaha Hadid (1950 –2016) era descrita a menudo, tal vez injustamente, como una “diva”. Con sus brillantes ojos almendrados, los excéntricos diseños de su indumentaria y su expresivo rostro de Oriente Medio, se convirtió en la exótica figura del mundo de la arquitectura y la construcción. Dejó atrás una gran cantidad de estructuras, desde una tienda de vinos en el área rural de España a una de las salas de ópera más importantes del mundo. Su singular estilo de líneas onduladas, lleno de curvas y paredes que se pliegan unas con otras, superficies fundidas y ventanas fluidas, inundan de asombro al observador (y al mismo sitio). Como el buen abstraccionismo, la arquitectura de Hadid te desconcierta de la manera más agradable. 

“Un planeta en su propia e inimitable órbita” es cómo Rem Koolhas, uno de los tutores de Hadid en la escuela de arquitectura de Londres, la describe en su evaluación final. Después de graduarse, Hadid tardó un poco de tiempo en aparecer en el radar. Esto se debió en parte a que la mayoría de sus proyectos se consideraban inedificables. Con todas esas superficies curvilíneas y la falta de ángulos rectos (“Hay otros trescientos cincuenta y nueve grados”, se recuerda haber dicho a Hadid. “¿Por qué limitarse a uno?”), el modelado era una pesadilla y la construcción aún presentaba más desafíos. Pero luego aparecieron las herramientas asistidas por ordenador, algunas de ellas habían sido aplicadas previamente a la industria aeroespacial; estas permitían la representación 3D y la construcción fragmentada fuera del sitio. Solo tenemos que examinar las formas rígidas de la primera obra de Hadid,  la Estación de bomberos de Vitra en Weil am Rhein, con las formas aerodinámicas de los proyectos posteriores; la Ópera de Cardiff Bay (lamentablemente nunca fue realizada debido a presiones políticas), el Centro Rosenthal de Arte Contemporáneo y el Edificio BMW  en Leipzig. Las aplicaciones digitales pueden haber liberado a la arquitectura de la tiranía de la geometría, pero se necesitó una mente creativa del calibre de Hadid, para llevarla hasta los límites más lejanos.

La era digital permitió a Hadid fijar unas prácticas mayores y hacerse cargo de edificios más grandes. Participó en competición tras competición, ganando muchas de ellas, y sus trabajos expresivos a gran escala ahora salpican el mundo desde Abu Dhabi a Zaragoza. Fue la única presencia femenina en el “santuario de las estrellas de la arquitectura”: los creadores de élite de edificios icónicos construidos tras el “efecto Guggenheim”. Obtuvo el Premio Stirling en dos ocasiones, y en 2004 logró el Pritzer, el más alto honor en el mundo de la arquitectura. Hasta la fecha, es la única mujer en haberlo recibido, un hecho que parece que no cambiará en el futuro inmediato.

Tal vez el aspecto más encantador de la obra de Hadid es la facilidad con que se puede “leer”. No es necesario ser un atleta de élite para disfrutar al darse un baño bajo el elevado techo del centro acuático construido para las Olimpiadas de Londres, o apreciar el arte moderno para sentirse impresionado por el museo MAXXI de Roma. Cada una de sus obras habla por sí misma, respondiendo a la belleza y propósito del lugar, así como a su singular visión.

A los 65, Hadid se ha marchado demasiado pronto, pero sus edificios de ensueño nos iluminarán durante siglos.

Suzanne Wales